En un comunicado reciente, Warren Buffett, el icónico CEO de Berkshire Hathaway, anunció la conversión de 1,800 acciones tipo A en 2.7 millones de acciones tipo B, destinadas a cuatro fundaciones familiares, incluyendo la conocida Fundación Susan Thompson Buffett. Además, Buffett dejó claro que reducirá su participación en la comunicación pública de la compañía, cediendo el liderazgo a Greg Abel, quien asumirá la dirección de Berkshire Hathaway a partir de fin de año.
Lee la última carta de Warren Buffett
Este anuncio marca un paso importante en la transición generacional de uno de los inversores más influyentes del mundo, asegurando la continuidad y estabilidad de Berkshire Hathaway. Buffett, quien se encuentra a sus 95 años, compartió también reflexiones personales, resaltando su agradecimiento por la vida y su intención de seguir compartiendo sus pensamientos a través de sus mensajes de Acción de Gracias.
Leer a Warren Buffett siempre emociona a cualquier persona inmersa a las inversiones, y es la mayor referencia para todo inversionista, por que con cada carta que publica, consigue recordar por que hago lo que hago.
Su forma de pensar, su cerenidad y su capacidad para explicar lo complejo con palabras simples son una guía constante. En ésta ultima carta hay varias lecciones que todo inversionista debe aplicar, tanto en la forma de invertir, de vivir, incluso de publicar contenidos como éste.
La importancia de la paciencia, la humildad para reconocer la suerte que uno ha tenido, el valor de rodearse de buenas personas y la idea de que la grandeza no está en los resultados, sino en la conducta.
Buffett no solo enseña a analizar las empresas; enseña a mirar la vida con perspectiva, a mantener la calma cuando todo tiembla, y a valorar el largo plazo incluso fuera del mercado. Por eso cada vez que publique su carta, inspira a millones de inversores que lo siguen y acen suya su filosofia de vida, donde invita a que se hable de carácter, de propósito, y de paciencia.
Reflexiones Personales de Warren Buffett: Agradecimiento, Vida y Lecciones de Humildad
Warren Buffett comparte en su comunicado una profunda reflexión sobre su vida y sus experiencias. A sus 95 años, se siente sorprendido y agradecido por seguir vivo, una noticia que en otros tiempos parecía poco probable, especialmente considerando los momentos difíciles que enfrentó en su juventud, como una grave enfermedad en 1938. A pesar de los signos evidentes del paso del tiempo —como la visión, audición y memoria en declive— Buffett afirma sentirse bien y continuar trabajando en Berkshire Hathaway.
Su mensaje transmite una filosofía de gratitud y optimismo, destacando la importancia de aprender de los errores, no dejarse vencer por las dificultades y valorar cada día. Buffett aconseja a sus lectores que no se castiguen por fallos pasados y que siempre busquen mejorar, inspirándose en ejemplos de grandes héroes y valores como la bondad y la integridad. Además, remarca que, en sus propias palabras, la grandeza no radica en acumular riqueza o poder, sino en ayudar a los demás de formas sencillas y desinteresadas, siguiendo el principio de la Golden Rule (“Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti”).
Cuando habla de su edad y de la suerte, el tono cambia de nuevo. Reconoce que ha tenido una vida afortunada y que la suerte (esa palabra que casi nadie pronuncia cuando habla de éxito) ha sido “escandalosamente injusta”. Agradece haber nacido sano, hombre, blanco y en Estados Unidos en 1930. No hay culpa ni lecciones morales, solo el reconocimiento de que mucho de lo que parece mérito no lo es tanto. La humildad de admitir que, sin ese punto de partida, probablemente no habría existido “oráculo” ni Buffett.
A partir de ahí, introduce el tema que más le preocupa: la sucesión y su legado filantrópico. Sus tres hijos tienen más de setenta años y él sabe que su longevidad ha alterado los planes. Por eso decide acelerar las donaciones a las fundaciones familiares, mientras ellos aún pueden gestionarlas. Habla de responsabilidad, de continuidad, de confianza. Y deja una frase que vale por un libro: “Gobernar desde la tumba no funciona, y nunca he tenido el deseo de hacerlo.” En esa idea se resume toda su filosofía vital: construir sin depender, crear sin poseer, influir sin mandar.
El inversionista también comparte una anécdota de su niñez, recordando su pasión por el FBI y cómo inventó un juego de huellas digitales en un hospital, revelando su curiosidad y pensamiento creativo desde temprana edad. En definitiva, Buffett invita a vivir con humildad, gratitud y generosidad, valorando siempre las buenas acciones y las relaciones humanas por encima del dinero.
Cuando vuelve a hablar de Berkshire, lo hace con un tono casi paternal. Reitera su fe en Greg Abel, al que considera más preparado que él en muchas áreas. Espera que Berkshire solo necesite cinco o seis CEOs en el próximo siglo. Esa forma de pensar en siglos, no en trimestres, explica buena parte de su éxito. Berkshire es la materialización de una mentalidad a largo plazo que ya casi no existe: la de cuidar algo para que dure más allá de uno mismo.
Buffett aprovecha para dejar una crítica al mundo corporativo actual. Recuerda cómo las normas para comparar el salario de los CEOs con el del empleado medio, creadas supuestamente para fomentar la moderación, acabaron generando lo contrario: envidia y escalada de sueldos. “Envidia y codicia caminan de la mano”, escribe. Sabe que la naturaleza humana no cambia fácilmente. Pero también deja claro que el tipo de cultura que ha defendido (discreta, austera, enfocada en el deber) es la que permite a las organizaciones sobrevivir a los vaivenes del tiempo.
En la parte final, la carta se convierte en una reflexión sobre la vida. Buffett confiesa que se siente más satisfecho con la segunda mitad de su vida que con la primera. Aconseja no castigarse por los errores, aprender algo de ellos y seguir adelante. Invita a elegir héroes y a copiarlos, y menciona a Tom Murphy como su modelo. Y rescata una anécdota de Alfred Nobel, que leyó su propio obituario por error y decidió cambiar de vida. “Decide qué quieres que diga tu obituario y vive para merecerlo”, escribe. Pocas veces se ha resumido mejor el sentido de una existencia bien llevada.
Para Buffett, la grandeza no consiste en acumular dinero, poder o fama, sino en ayudar a los demás. “La bondad no cuesta nada y vale todo”, dice. Es una frase sencilla, pero en su boca suena casi revolucionaria en un entorno dominado por métricas, rentabilidades y competencia. La suya no es una lección de moral, sino una constatación empírica: los negocios que prosperan durante generaciones suelen estar dirigidos por gente decente.
Termina deseando un feliz Día de Acción de Gracias “incluso a los imbéciles”, una frase que resume su humor y su humanidad. Y termina con una advertencia amable: “Elige bien a tus héroes y emúlales. Nunca serás perfecto, pero siempre puedes ser mejor.”.
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1 Comentarios
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